LIBROS
Cuento "Un país disfrazado"
Tres años después de que Winsome llegara a Inglaterra desde Jamaica empezó a tener un sueño recurrente. Tenía catorce años y el sueño era mas o menos el mismo. Soñaba que estaba en Inglaterra y que había sido sentenciada a muerte. Se sentía libre mientras estaba parada en la acera afuera de un tribunal en algún lugar de una población rural. Pequeños grupos de blancos estaban charlando como padres después de un festival de escuela. Siempre eran extremadamente amables con ella.
imprescindible (1982) Madrigal para Cimarrones
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Tronco Chuun che'
La niña Virginia creció sin cariño del padre perdidizo y menos al calor de la madre fallecida, pero pronto descubrió el mundo que en derredor le levantaba papá. Se refería a Eliseo como si fuera un extraño: retenida la imagen que la oportunidad formó en su mente, al rechazar la coherencia día a día soportada en la estrechez de la finca. Realidad capaz de afectar desde lo más hondo las fibras de mi espítiru, al grado de mostrarme a veces como una persona fácil en desubicar.
Poemas de Nicolás Guillén
Aquí el que más fino sea, responde, si llamo yo. Unos dicen: ahora mismo, otros dicen: Allá voy. Pero mi repique bronco, pero mi profunda voz, convoca al negro y al blanco, que bailan el mismo son;
cueripardos y almiprietos más de sangre que de sol, pues quien por fuera no es noche, por dentro ya oscureció. Aquí el que más fino sea, responde, si llamo yo. En esta tierra, mulata de africano y español
Ti' u billil in nook' Del dobladillo de mi ropa Antología Briceida Cuevas Cob.
El búho llega. Se agazapa sobre el muro. Medita. Qué muerte anunciar si ya nadie vive en este pueblo. Los fósiles de la gente transitan a ningún lado. Pinta la luna las tumbas del camposanto que ha comenzado a masticar la maleza. El búho ensaya un canto a la vida. Se niega a presagiar su propia muerte.
¿De que Colores eran los ojos de Peregrina?
Aquí en Yucatán, siempre a la mujer le gustaron canciones que ensalcen sus ojos, como una particularidad muy notable y nuestros poetas, letristas y músicos nunca se hicieron del rogar. Dijo don Inocencio Isunsa Carcaño, trovador apreciado y primera voz del trío “Los Caminantes de Beyhualé.
León Gontran-Damas del libro Pigmentos
Tregua de blues de martilleos de piano de trompeta en sordina de locura de taconeos a satisfacción del ritmo Tregua de sesiones a tanto el swing en torno a los rings que irritan gruñidos de fieras Tregua de lamentos de lameteos de lamidas y de una actitud de hiperasimilados Tregua de un instante de una vida de buen niño
Miguel Street
No fue hasta 1947 que Bolo creyó en que la guerra había terminado. Hasta entonces él solía decir, “Es sólo un montón de propaganda. Mentiras para los negros” en 1947 los americanos empezaron a desarmar su campamento en el parque George V y mucha gente entristeció.
Fui a ver a Bolo un domingo y, mientras cortaba mi cabello dijo, “Escuché que la guerra terminó” le respondí, “Yo también lo escuché. Pero aun tengo mis dudas”.
EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS
Ana y yo habíamos logrado un nivel tan sanguíneo de compenetración que, una noche de apagón, de hambre apenas adormecida, desasosiego y calor (¿cómo es posible que siempre hubiese aquel cabrón calor y que hasta la luna iluminase menos que antes?), como si solo cumpliera una necesidad natural, comencé a contarle la historia de los encuentros que, catorce años antes, había tenido con aquel personaje a quien desde el mismo día que lo conocí, siempre había llamado “el hombre que amaba a los perros”.