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A Miguel Barnet
La cabeza y las manos colgadas,
llameantes,
burlando el rastro del perseguidor.
Los cuerpos sudorosos se lanzan a la
manigua húmeda.
Qué belleza tan dura tienen sus
corazones.
Sobre sus machetes, como sobre
ramales,
anidan palomas y jutías,
y el tiempo de sol,
y el tiempo de luna,
y el tiempo de voluntad
haciéndolos renacer como niños,
como a dulces niños de la libertad
ya conquistada.
Fragmento Octubre imprescindible (1982) Madrigal para
Cimarrones
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