Carnaval y Carpentier
Hablar de Carnaval es entrar a una zona peligrosa entre lo religioso y el deseo. El significado de Carnaval ha ido modificándose según es espacio y el tiempo. Escuchar sobre este festejo se encuentra ligado a costumbres católicas que tienen como finalidad abrir un espacio de liberación, desenfreno, para que después se porte la cruz que limpia con sus cenizas los pecados cometidos en este periodo.
El Carnaval permite el desenvolvimiento del cuerpo. Los colores, el sonido, el brillo del cuerpo recorre las calles abarrotadas de miradas que se encuentran con la búsqueda del ideal dibujado. Dentro de la literatura el Carnaval cobra vida a través de la musicalidad dentro de los textos literarios, autores como Alejo Carpentier nos logran mostrar un mundo de letras en el cual el ritmo de su narrativa nos permite adentrarnos en el mundo al revés, el aclamado Carnaval.
En la obra, El arpa y la sombra existe un proceso dentro del libro, en el cual, pareciera que los tambores toman fuerza en la última parte, podemos ver que nuestro autor logra crear el efecto de los tambores a través del uso de coma y puntos, del ir y venir, de pausas y golpetazos que logran un ritmo que oscila dentro de su obra.
Al igual que en el Carnaval que se encuentra en las calles de las ciudades, en el cual existe la capacidad de romper reglas, jugar con el cuerpo, transformarse en lo que uno no es o es realmente Carpentier dibuja y desdibuja a un ser invisible, un cuerpo que se encuentra frotando y que busca materializarse en la tierra.
Cristóbal Colón se convierte en un disfraz que busca en que parte encajar, usa su disfraz de invisible que le permite entrar al espacio donde su destino está en juego, por parte de la iglesia, pero la junta deja de ser sacra para convertirse en una fiesta de engaños y desengaños, un espectáculo de gritos, de protestas, todo lo que no se encuentra permitido en lo que sería un juicio de beatificación, el mundo al revés entra a formar parte de una realidad que se acabará y culminará en un acto sacro que perdonará las acciones, blasfemias y contradicciones que surgen dentro de la sala.
Pero, ¿por qué dicho proceso de canonización logra convertirse en un Carnaval? Son muchos factores que nos va presentando nuestro autor, el hecho de compararlo con santos como San Pedro y otros por el hecho de “descubrir” un nuevo territorio y considerando que fue por obra de Dios se encuentra eclipsado por las actitudes poco ortodoxas de nuestro no beatificado Colón. Se convierte en duda de beatificar a alguien que por error tuvo un logro, pero al mismo tiempo no hacerlo es negar que tuviera una guía divina y al mismo tiempo sería una manera de aceptar que la esclavitud debe ser aprobada, entonces ¿cómo reaccionar ante tales interrogativas que iban surgiendo dentro del ritmo carnavalesco de dicha beatificación?
Por este viaje, el viejo mundo asumía la responsabilidad de la educación moral y la política del mundo nuevo. ¿Pero, acaso estaba a la altura de esa tarea, con tantas ideas estrechas como acarreaba, sus impulsos semi-barbaros, sus oídos religiosos… Por lo pronto, empezó Colón por apresar a varios indios, con el propósito de venderlo en España.
(Carpentier, 2006).
Como vemos en la cita existe la controversia, qué sucede con los actos del Gran Almirante, es en realidad un Gran Almirante o solo es un disfraz que se utiliza para justificar y darle crédito por un acto circunstancial que le permite entrar en la historia universal. Por ello podemos entender El Arpa y la Sombra, sobre todo la parte de la sombra, cómo ese momento de disfraces que enmascaran y desenmascaran al Gran Almirante o al fracaso de un hombre, Cristóbal Colón. Carpentier logra llenarnos de la incertidumbre que vivimos en un día de Carnaval, para después entrar en paz con lo que regresa a ser uno.
“Y es que hubo en mi vida un instante prodigioso en que, por mirar a lo alto, lo muy alto, desapareció la lujuria de mi cuerpo, fue enmohecida mi mente por una comunión total de carne y espíritu, y una luz nueva disipó las nieblas de mis desvaríos y lucubraciones…"
(Carpentier, El arpa y la sombra)
Carmen Espinosa
