La Salsa de Yucatán
Enredarnos en la península nos ha traído que los “ritmos latinos” y sobre todo los Caribeños se han ido entre mezclando en el territorio yucateco. La salsa, rumba, zumba y por qué no el reggaetón se han convertido, no solo en medios de entretenimiento, sino también de producción económica y se han recomendado para los casos de sobre peso. Por ello, vemos que en cada colonia existe por lo menos, me atrevo a proponer, una escuela de Zumba.
Pero los ritmos Caribeños no solo se limitan a eso, ni tampoco se puede suponer que son en la actualidad su entrada. Es verdad, que el consumo de la música caribeña ha aumentado debido a la demanda que puede verse por la migración cubana a Yucatán, pero de igual manera la música Cubana ya había intervenido al territorio yucateco por medio de la Jarana.
Instrumentos como el güiro y los timbales abren paso a una mezcla entre lo meramente yucateco y lo cubano, como se sabe las Jaranas se divide en dos ritmos, uno rápido (6x8) y otro más lento (3x4). Dentro de estas Jaranas existe una que se encuentra suspendida entre las cuestiones de velocidad. Las Mujeres que se pintan se convierte en una Jarana que por medio de sus bombas establece que es permitido y que no para las mujeres de la zona, este reglamento social se rompe con la coreografía manejada, ya que en dicha coreografía las mujeres pueden moverse de una manera más libre y coquetearle a su pareja.
De esta manera podemos observar cómo el baile (danza) se convierte en ese medio que permite quebrantar las reglas sociales dentro del mismo, pero fuera del espacio de baile las reglas se restablecen para seguir dentro de lo cotidiano. De igual manera nos alejamos de la idea que la “invasión” de la música Caribeña o Afroamericana se limita a la actualidad, sino, vemos que la herencia caribeña se encuentra adentrada en el imaginario desde tiempo atrás.
El baile se convierte en ese momento en el que se renuncia a lo establecido, sirve como medio de resistencia, el espacio que converge entre lo debido y lo no aceptable. El baile comparte tradiciones, pero algunas veces las rompe. Un instante que perdura en las costumbres, que las rompe y justifica la ruptura dentro de una nueva tradición.
Carmen Espinosa.
