Transculturación, identidad y negritud en la literatura Caribeña
Si hablamos de Caribe es primordial mirar la representación de la memoria, la identidad pero sobre todo del papel de la cultura como un delimitante, el cual viene acompañado de grandes imaginarios que construyen estos espacios caribeños fragmentarios pero formado a través de su historia de muchas culturas (europea, africana y americana, pero principalmente de las dos primeras).
En otras palabras diremos que cada sitio que lo conforma (Cuba, Puerto Rico, Haití, etc.) puede identificar muy a su manera el significado de pertenecer a este espacio y, sin duda, todo ello se encuentra enormemente reflejado en su literatura, música, tradiciones, lenguajes, colores y texturas que lo constituye a través del tiempo.
El papel de la transculturación diversifica historias y las transforma, para Fernando Ortiz “[…] transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque este no consiste solamente en adquirir una distancia cultura […] sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente […]”.
Enfocándonos en el ámbito literario, hallamos obras que también entablan una fuerte charla con los movimientos sociales y políticos que dieron como resultado la formación de la identidad caribeña. Situaciones que influyeron en cada interrelación cultural a través de la historia y sus tradiciones pero sobre todo de las huellas que dejaron en la memoria. De esta manera encontramos a Nicolás Guillén (1902-1989), Alejo Carpentier (1904-1980), José Lezama Lima (1910-1976),Luis Pales Matos (1898-1959), Luis López Nieves (1950) y muchos más, que se encargan de detallarnos más que una historia, la nostalgia, el exilio y quienes a demás prolongan su voz a través de sus obras llenas de extrañamiento, sonoridad y críticas sociales.
El proceso para la asociación de la identidad, viene acompañada de una necesidad de formación cultural que se viene gestando a lo largo del tiempo y de distintos procesos, desde la expresión colonizadora europea, pasando por la concepción del sujeto como aquél que traspasa más allá de una división africana o europea, es decir del mestizaje un “color más caribeño”; todo ello sin dejar de comprender el papel de la resistencia ante el impacto de una nueva cultura.
La lengua es una clara forma de manifestación ideológica que no sólo puede delimitar sino que también manifiesta la mezcla cultural. Como señala Rama: “[…] el idioma apareció como un reducto defensivo y como prueba de independencia.” Para ello, habrá que recordar cómo, ante las desapariciones de las culturas americanas en el Caribe las repoblaciones africanas y europeas trajeron consigo nuevas visiones de mundo, ritos y tradiciones que inspiraron a autores literarios que de vez en cuando nos han permitido observar aves envueltas en fuego que revelan funestos presagios o la nostalgia por el retorno a las tradiciones olvidadas. De esta forma, la transculturación significó un trasplante de vida, de idioma y de tradición.
Nora Canché.



















