La mirada oblicua
“Once I dreamed I returned by walking in the manner of a high-wire artist, arms outstretched, across a frail spider’s thread suspended sixty feet above the Atlantic attached to Big Ben at one end and St George’s Cathedral, Demerara, at the other. We return and leave and return again, criss-crossing the Atlantic, but whichever side of the Atlantic we are on, the dream is always on the other side.” Esta cita del ultimo cuento de Pauline Melville, “Eat Labba and Drink Creek Water”, en el libro Shape-shifter, nos habla de los procesos de movimiento migratorio a los que se enfrenta el sujeto caribeño como parte de la herencia colonial, y que lo sitúan en una constante búsqueda de identidad que no termina, pues siempre se mira hacia el otro lado como espacio de pertenencia. En sus otras obras, The Ventriloquist's Tale (1997), The Migration of Ghosts (1998) y Eating Air (2009) también ha abordado temas relacionados a movimientos, transformaciones y viajes internos, es decir, estos últimos como imaginarios e espirituales. Melville logra representar experiencias personales que vive el sujeto caribeño ante los problemas de discriminación, adaptación y dislocación identitaria, lo anterior como producto de su propia vida tanto en el Caribe como en el Viejo Mundo. El reconocimiento de Melville ante la crítica se ha debido por el uso que hace de la ficción y el toque humorístico y sardónico que agrega para fusionar en un mismo discurso diversas formas que se consideraban un tanto enajenadas. En palabras de Salman Rushdie, “part Caribbean magic, part London grime, written in a slippery, chameleon language".
En Shape-shifter, Melville compone una serie de cuentos que se desplazan en diversos lenguajes, tanto desde la voz representante de la clase alta inglesa de Donella Saunders en “The Iron and the Radio Have Gone” hasta el lenguaje coloquial del negro o el rasta en “A disguised land”. De ahí que el título Shape-shifter no sólo refleje las metamorfosis de sus personajes, sino también el cambio constante de los plazos, estilos narrativos y mecanismos por los que se presentan.
El proceso migratorio del sujeto caribeño sirve como espejo ante el encuentro con el Otro. Este reflejo le sirve para adquirir una mirada bifocal que le permite distinguir lo que lo diferencia del sujeto imperial que lo ha definido y dominado pretendiendo configurar copias idénticas de sí, y así reconocer que su condición en todos los ámbitos (espiritual, social, cultural, etc.) ha sido más bien una parodia de éste. Por lo tanto, el viaje hacia la metrópoli le sirve para desmitificar ese poder absoluto que éste ha construido con su discurso para salvaguardar su dominio, así como distinguir entre esa metrópoli soñada y la metrópoli que se vive, siendo ésta última la cual envuelve los aspectos de discriminación, dislocación y desilusión.




















